La morfología constructiva de los burhs presenta una alta variabilidad dependiente de los materiales locales disponibles y el tamaño del asentamiento o área que se pretendiese defender (Wikipedia, 2016). 

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La mayoría de los burhs se construyeron sobre una fortificación preexistente, muchas veces simplemente reparaban los antiguos muros romanos como en los casos de Winchester, Exeter, York, Burgh Castle, Portchester y Dover -únicos casos en los que se conocen muros de piedra-; mientras que en otros casos construían sobre fuertes de la Edad de Hierro, como en Dover, reutilizando los viejos diques -en tierra- y fosas (Wikipedia, 2016).

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Sin embargo, algunas de estas estructuras fueron construidos ex novo, localizándose en puntos estratégicos -en la costa, cerca de los puertos y en zonas de dominio de caminos y rutas comerciales-. Estas nuevas ciudades fueron construidas sobre un sitio llano y con una planta rectangular, como por ejemplo Oxford, Wallingford, Cricklade y Wareham (Wikipedia, 2016).

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En un primer momento los burhs se construyeron con una serie de grandes diques presididos por una zanja. El dique estaba normalmente forrada por madera en su cara interna y externa; este estaba rematada en su parte alta por una empalizada o estacas de madera, de unos 3 m de altura -10 pies-, con una pasarela.  En ciudades como Tamworth, los diques decayeron y con el tiempo se combaron hacia fuera, para solventarlo los constructores anglosajones cubrieron estos terraplenes con piedra, esto pudo reforzar su capacidad defensiva, así como incrementar su vida útil (Wikipedia, 2016).