EVOLUCIÓN
La arquitectura militar inglesa evolucionó notablemente a lo largo de la Edad Media -del siglo VI al XIII-. Los modelos constructivos, así como la funcionalidad de las fortificaciones ha ido cambiando, transformándose desde construcciones de tierra tipo terraplén o diques, hasta enormes castillos de piedra que sirvieron como protección durante las guerras, así como símbolo de poder y prestigio para aquellos que los habitaban (Cimientosdelaguerra, 2016a).
Durante los seis siglos y medio entre la salida de los romanos y la conquista normanda -denominada Edad Oscura-, la historia de las construcciones militares en Inglaterra es muy escasa o poco conocida, especialmente en los primeros siglos (Cimientosdelaguerra, 2016a).
Los sajones tuvieron dos formas de asentamiento: reaprovechamiento de las grandes ciudades romanas con una excelente situación geoestratégica debido al paso de importantes rutas comerciales, etc. o fundación de asentamientos ex novo en los que aprovechaban elementos naturales como bosques y pantanos como defensa (Cimientosdelaguerra, 2016a).
La gran mayoría de las fortificaciones atribuidas a este periodo son terraplenes, siendo los más conocidos los diques de Wansdyke (Cimientosdelaguerra, 2016a), Offa y Wat (Cimientosdelaguerra, 2016b); salvo en el caso de los burh -término sajón para denominar a los sitios fortificados-, en la mayoría de los casos eran reparaciones de fortificaciones preexistentes, como los burh de Winchenster, York, Exeter, Tintagel, etc. Por otra parte, también se realizan construcciones nuevas, sin necesidad de reutilizar estructuras romanas, como es el caso de Anglian Tower (Cimientosdelaguerra, 2016a).
El siglo IX supone un punto de inflexión en la arquitectura militar inglesa, ya que se produce un desarrollo significativo de los burh o burg impulsado por Alfred the Great con motivo de las invasiones vikingas. Este rey creó una suerte de cadena de burhs y caminos para usarlos contra sus enemigos, algunos se construyeron ex novo, mientras que otros se situaron encima de hillforts -castros- o fuertes romanos de la Edad del Hierro, empleando materiales de las fortificaciones originales. Muchos de ellos estaban situados en ríos, lo que facilitaba las vías internas de suministro y aspiraba a restringir el acceso al interior a los atacantes en embarcaciones de poco calado, como los drakar. Los burh también tenían un rol secundario como centros comerciales y, a veces, administrativos; sus defensas fueron usadas para proteger algunas casas reales de la moneda de Inglaterra (Cimientosdelaguerra, 2016b).
Las defensas de los burh solían consistir en un banco de tierra con una estocada en lo alto -en la que descansaba la fuerza defensiva- y un dique en el exterior. Hay casos excepcionales en los que se conoce un muro de piedra -solo en los casos en los que existía un muro romano preexistente-, siendo por norma general trabajos en tierra y madera (Cimientosdelaguerra, 2016b).
Los normandos introdujeron la construcción de castillos de madera sobre montículos, motas, -adoptado de los franceses- de tierra que darán lugar al desarrollo de los llamados castillos sobre mota feudal. A partir del año 1000 las referencias en textos a castillos aumentaron exponencialmente, evidenciando un aumento repentino en el número de castillos en Europa -un signo de que la guerra era común, especialmente generalizada entre los señores locales-, hecho que ha sido apoyado por la investigación arqueológica. Gran Bretaña compartió con Francia e Italia la tradición de la construcción en madera, frente a países como España que optaban por la piedra (Cimientosdelaguerra, 2016d).
En la segunda mitad del siglo XII se extendió la tradición arquitectónica gótica a Inglaterra, que comenzó a sustituir a la arquitectura normanda, numerosos edificios anteriores fueron reconstruidos total o parcialmente, y otros fueron construidos de nueva planta (Cimientosdelaguerra, 2016e).
La construcción masiva de castillos continuó en este periodo, se introducen innovaciones y diseños científicos, como el aumento del número de torres por fortificación y ventanas estrechas y alargadas, saeteras. Tenían, en la mayoría de los casos, una planta poligonal con torres proyectadas hacia el exterior en las esquinas para una mejor organización ofensiva. Estos castillos no siempre tenían torre del homenaje, pero se compensaba con más torres de menor tamaño; en los que sí existía, dejaron de ser de planta cuadrada para ser poligonal o redonda. Destacaban las grandes puertas fortificadas -dos torreones semicirculares conectados por un pasadizo sobre la entradas- y murallas que dividían el espacio dentro de la propia fortificación y aseguraban aún más la zona (Cimientosdelaguerra, 2016e).
La mejora de la artillería de asedio hizo que surgiera la necesidad de fortalecer también las defensas externas; el siglo XIII fue el marco en el que se produjo el cambio gradual del objeto de interés dentro del castillo, que pasó de la torre del homenaje a la muralla (Cimientosdelaguerra, 2016f).
Los trabajos se concentraron en los muros exteriores -añadiéndose una división mediante la construcción de anillos concéntricos de murallas pétreas, o el uso de murallas transversales para dividir el espacio interior- y en las entradas del castillo; así mismo, el uso de las zonas de habitación en la torre del homenaje fue cesando en favor de la utilización de unos nuevos cuartos más cómodos adosados a los muros del castillo (Cimientosdelaguerra, 2016f).
En este periodo la casa del guarda o puerta fortificada, que en época normanda era bastante simple, vive varias mejoras desde el punto defensivo, encontrando ejemplos de gran complejidad y variabilidad dependiendo del caso particular. Una de las nuevas incorporaciones fue el rastrillo o portcullis, una puerta enrejada comúnmente utilizada para cerrar castillos, fortalezas, alcázares, así como otros edificios durante la Edad Media, podía encontrarse un solo rastrillo o varios -exterior e interior- (Cimientosdelaguerra, 2016f).
La entrada al castillo estaba protegida por una barbacana -outwork-, que suponía una primera defensa ante el intento de aproximación al castillo o a la puerta fortificada de una ciudad. Supuso el uso en la entrada principal de un tipo de defensa hasta ahora solo aplicada en la construcción de la torre del homenaje, por tanto fue consecuencia directa de la disminución del interés por ésta, en favor de la muralla. Como en el caso de la puerta fortificada, la morfología de las barbacanas también presentaba una gran variabilidad (Cimientosdelaguerra, 2016f).
El parapeto del camino de ronda se petrifica denominándose ahora matacán, con una tendencia a lo largo del siglo XIII a multiplicar las troneras. Sin embargo, el merlón suele ser más amplio que la tronera en obras con una finalidad puramente militar, ya que presenta una pequeña saetera abierta hacia el interior (Cimientosdelaguerra, 2016f).
En conclusión, los cambios en los materiales y formas constructivas han sido muy notables a lo largo de estos siglos, se observa una clara tendencia a la petrificación y a la perdurabilidad de la construcción. Así mismo, las fortificaciones responden a su contexto, aumentando sus funciones más allá del espectro defensivo.
Bibliografia
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Cimientosdelaguerra (2016a): Siglo VII. http://cimientosdelaguerra.wixsite.com/cimientosguerraweb/siglovii (Consulta 10-XII-16)
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(2016b): Siglo VIII. http://cimientosdelaguerra.wixsite.com/cimientosguerraweb/sigloviii (Consulta 10-XII-16)
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(2016c): Siglo IX. http://cimientosdelaguerra.wixsite.com/cimientosguerraweb/sigloix (Consulta 10-XII-16)
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(2016d): Siglo XI. http://cimientosdelaguerra.wixsite.com/cimientosguerraweb/sxi (Consulta 10-XII-16)
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(2016e): Siglo XII. http://cimientosdelaguerra.wixsite.com/cimientosguerraweb/s-xii (Consulta 10-XII-16)
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(2016f): Siglo XIII. http://cimientosdelaguerra.wixsite.com/cimientosguerraweb/s-xiii (Consulta 10-XII-16)
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